viernes, 12 de marzo de 2010

Rodolfo Torrico: la historia retratada con luz y sombra

Autor: Jorge Milton Delgado Saravia

Una casualidad inobjetable marca la confección de este artículo. Son las 4 de la mañana del día 28 de agosto del 2009, y al revisar los datos biográficos de Rodolfo Torrico Zamudio, el gran fotógrafo cochabambino que ha reproducido con luz y sombra el más notorio referente gráfico de la historia regional y nacional en la primera mitad del siglo XX, encontramos que su vida comenzó el 29 de agosto de 1890. Es decir que estas letras y palabras son escritas en la víspera del natalicio número 119 del famoso “Turista Torrico”.

Su padre fue el médico cirujano Adán Torrico Cortez, y su madre doña Amalia Zamudio Ribero. A sus 12 años, la muerte de Amalia llevó a Rodolfo y a sus hermanas Carolina e Isolina a conocer el cariño, la protección y tutela de su tía, la poetiza Adela Zamudio.

Sin duda, la influencia de Adela Zamudio se refleja en la obra fotográfica del Turista. A principios de los años 20, ella escribió:
“Escondida en el corazón de la América del Sur, Bolivia, en sus producciones naturales, guarda tesoros ignorados de los cuales apenas se dan cuenta los mismos bolivianos. La inmensidad de su territorio, su topografía, generalmente escabrosa, y la falta de líneas férreas que comuniquen unas con otras sus dilatadas comarcas, hacen que los habitantes de de sus centros de población vivan ajenos a las riquezas y esplendores de sus regiones poco exploradas”.

Y haciendo referencia a la ya extensa obra de su sobrino: “Un viajero solitario, amante apasionado de la naturaleza, la ha recorrido a pesar de todo, sin más auxilio y equipaje que un abrigo y una máquina fotográfica sujetos al hombro. Desde su lago histórico, dormido en una porción de la extensa meseta andina, al pie de los colosos de la Cordillera, hasta sus ríos navegables, tributarios del Amazonas y del Plata, lo ha visto todo y todo ha sido reproducido en el objetivo de su pequeño aparato."

Las fotografías de Torrico están contenidas en dos obras que constituyen las publicaciones más nítidas, hasta ahora, de su trabajo: el Album del Centenario de la República, publicado en 1925, y el álbum “Bolivia Pintoresca”, editado por The University Society, de Nueva York, el año 1926.

El investigador e historiador norteamericano Daniel Buck, en su libro Pioneer Photography in Bolivia: Directory of Daguerreotypists & Photographers, 1840s-1930s, asegura que los archives gráficos de Torrico Zamudio lo sitúan como el más extenso en Bolivia, pertenecientes a un solo fotógrafo. Dicha obra, que fácilmente contiene más de 4.000 imágenes en negativos y copias en papel que forman varios álbumes, han comenzado ser difundidos por la Fundación Torrico Zamudio.

El “Turista” realizó cientos, sino miles de viajes a lo largo de su vida, como caminante aventurero llegó a la cima del Tunari cuando tenía poco más de 20 años. Registró miles de imágenes sobre la vida urbana de Cochabamba, a principios del siglo XX. Acontecimientos públicos y retratos familiares, así como paisajes y vida cotidiana conforman un legado gráfico que apenas en una mínima expresión ha sido conocido y difundido hasta ahora.

Participó en la Guerra del Chaco, enrolado en la campaña en dos oportunidades. De ahí que sus fotografías sobre acontecimientos del conflicto bélico constituyen un capítulo de enorme riqueza histórica y emotiva de ese hito de la memoria nacional. Al ser empleado por la empresa de Luz y Fuerza Eléctrica de Cochabamba, entre 1921 y 1954 pudo documentar en vasta abundancia distintos episodios de la historia regional, desde los tranvías, el inicio de la luz eléctrica en la ciudad, los primeros vuelos para el estudio de las instalaciones de la red de energía, la construcción de caminos…

Retrató el inicio de la aeronavegación en Bolivia, y acompañó en cientos de vuelos, a las tripulaciones que inauguraban rutas aéreas al oriente boliviano, principalmente al Beni. Como voluntario, participó en muchas situaciones adversas y de desastres humanos, como inundaciones, incendios y accidentes, tal el caso del avión Oriente. Al mismo tiempo que con su cámara retrató escenas tan vitales para la memoria colectiva regional, como el momento en el que el Cóndor de la Plaza 14 de septiembre, es instalado sobre la columna de los héroes, un ícono central de la identidad urbana cochabambina, así como el momento de la instalación del primer Tranvía frente al Actual Concejo Municipal así como la llegada de la locomotora a la Ciudad. Retrató también, el primer accidente de un tranvía, ocurrido en plena plaza principal. Eternizó el momento en el que por primera vez la luz eléctrica se instalaba en la noche de Cochabamba, justo el día en el que su tía Adela Zamudio, era laureada y homenajeada por el presidente Herndo Siles en 1926.

El estudio académico de la fotografía en la historia

Asegura el investigador paceño Gabriel Mariaca: “En los espacios académicos bolivianos se encuentran escasos trabajos referidos a la fotografía. Casi todos limitan su objeto de estudio al fenómeno de la fotografía de prensa, es decir, al fenómeno de la comunicación y los medios. Pero no hay ninguno que trate el tema de la fotografía en sí misma que nos permita vislumbrar sus aportes, sus caminos, su desarrollo”.

Tenemos todavía una deuda pendiente en la recuperación de archivos, su clasificación y estudio desde distintas disciplinas. Fueron Humboldt, Squier o Dorbigny aquellos exploradores anteriores al uso de la fotografía los que iniciaron una mirada que marcarían una visión gráfica de esta parte del mundo. Grumbkow, Nordeskjiold, Fawcett, Posnansky, Ahlfeld, Bennet, Orton, Kirchhof, Gertsmann, Manning, Ertl, para nombrar a unos pocos de más de una centena de exploradores, geógrafos, antropólogos, fotógrafos, naturalistas, ya con cámara en mano, construyeron ese imaginario icónico de Bolivia con una fuerte tendencia hacia lo indígena, lo natural, lo diverso, a aquello que consideraron como lo auténtico, lo diferente con respecto a sus países, o simplemente el retrato urbano de la vida cotidiana.

La obra de estos exploradores-fotógrafos marcó a fuego el carácter de la fotografía boliviana, que perdura aún hoy. Torrico Zamudio, a principios de siglo XX, es uno de los más claros exponentes de esta corriente documentalista. Daniel Buck, radicado en Washington D.C es sin duda, el que mayor información ha reunido acerca de nuestra fotografía. Buck tiene publicado en internet un directorio de daguerrotipistas y fotógrafos extranjeros y bolivianos con cerca de 350 nombres y más de 70 referencias bibliográficas que dan noticias sobre la fotografía boliviana, además tiene varios artículos publicados desde 1994 hasta el 2000. A través de Buck y de Teresa Gisbert, historiadora boliviana, se tiene conocimiento de los trabajos de Natalia Majluf, Adelma Benavente de Ramón Gutierrez y de Hernán Rodriguez Villegas.


Entre postales retratos y fotoreportajes

“En muchos casos la fotografía, como documento, ha sido marginal y aparece acompañando a textos antropológicos, históricos como simple ilustración. Sin embargo tiene potencia, y ésta radica en el hecho de que una foto carga mucha información de la vida cotidiana y de aspectos que no se ven en los textos escritos”, asegura el sociólogo cochabambino Walter Sánchez:

“Las tarjetas postales fueron definitivamente una forma de entretenimiento, tanto como para el que enviaba como para el que recibía. Entre los principales empresarios de tarjetas a principios del 1900, estuvieron: Luis D. Gismondi, José N. Piérola, Luis J. de Notta, los Hermanos Arnó, Biggemann y Companía, los Hermanos Palza, González y Medina, Emilio Amarós, Guillermo Schnorr, Victor Crespo y Rodolfo Torrico Zamudio. Los comerciantes de tarjetas postales eran muchas veces librerías y vendedores de suministros de papelería fotográfica. Algunos sólo publican las tarjetas, comprando las imágenes de fotógrafos. Otros, como Piérola y Gismondi, que tenían estudios en La Paz, combinaban sus habilidades fotográficas con publicación de tarjetas postales.

Rodolfo Torrico Zamudio, el Turista, viajó por los rincones más lejanos de Bolivia, desde el Altiplano Andino hasta las llanuras orientales, con un palo de madera en una mano y una cámara en la otra. Sus imágenes fueron publicadas por los Hermanos Arnó, editores de papel de escritorio y tarjetas con abundante reproducción en La Paz y Cochabamba. (Daniel Buck, Tarjetas Postales del Pasado Boliviano, 1999)


El fotoreportaje ha tenido y tiene representantes de envergadura. Pero antes de entrar en estas clasificaciones es necesario mencionar que otra de las características de nuestros fotógrafos, es que la necesidad de sobrevivir en un medio de condiciones laborales precarias para rubros como la fotografía, el oficio no constituye un trabajo altamente especializado o delimitado por géneros. Sus fronteras son versátiles pasando de la publicidad, al fotorreportaje, a la fotografía de eventos sociales, retrato y foto-arte, con una facilidad envidiable.

Tampoco se puede dejar de mencionar la influencia importante que recibió Bolivia a principios del XX de la que ahora se conoce como escuela cuzqueña. Antes que nacieran las grandes urbes, en las ciudades intermedias como Cuzco, Arequipa, Tupiza, Uyuni o Totora se abrieron una variedad de estudios fotográficos. En La Paz radicó durante cerca de una década el estudio de Max T. Vargas, Arequipeño y que estuvo activo en varias de estas pequeñas ciudades. Vargas es reconocido como el maestro de Martín Chambi, el fotógrafo más importante de los Andes. Vargas, Chambi, influenciaron decididamente en la obra de fotógrafos como Gismondi o Cordero.

Otra veta importante de la fotografía boliviana es la que se ha dedicado a valorar, rescatar y promocionar el turismo. Esta tradición que la iniciara Gismondi y Torrico Zamudio en la década de los 20 del siglo pasado junto a la Librería de los hermanos Arnó, seguida por Kavlin. Doménico Gismondi, Julio Cordero Castillo, Piérola o Rodolfo Torrico Zamudio a principios del siglo XX, que construyeron su obra basados en servicios de estudios fotográficos agregaron un ingrediente no intencional cuando retrataban a su clientela: la del testimonio de una época que hoy se constituye en documento gráfico similar al del fotorreportaje (Gabriel Mariaca, Feria del Libro, La Paz, 2006)

Anécdotas al azar

Entre algunas de sus facetas menos conocidas y anecdóticas, además de históricas figura la asignación, por parte del gobierno de Bolivia, a tareas de contra espionaje, en vísperas y durante la Guerra del Chaco.

Su perro, un chápi llamado Trapo, era un personaje especial de su vida y la de su familia. En una ocasión, según relatan sus descendientes, “El Turista” fotografiaba el cauce del Río Rocha, donde algunos niños se bañaban y divertían saltando al agua. Mientras tomaba fotografías fue abordado a ladridos y apapachos caninos por El Trapo, que acompañaba a sus dos sobrinos que se habían “chachado” del colegio. A pocos días, visitando a su hermana y sobrinos, les preguntó sobre lo que habían hecho en la jornada en la que, sin que ellos lo notasen, los retrató en pleno jolgorio en el Rocha, delatados en su presencia por el fiel Trapo. Los sobrinos intentaron dibujar una jornada tradicional de escuela, pero fueron fatal y pícaramente puestos en evidencia por la fotografía en la que lucían su esplendor de niños en las amables aguas del río.

Rodolfo Torrico murió el 5 de junio de 1955 y el día de su entierro, cuando el féretro era transportado por la calle Ayacucho por sus familiares, El Trapo decidió acompañar al Turi, según narra la memoria familiar, y se entregó a las ruedas de un camión, muriendo atropellado, el mismo día. “El Trapito era casi de la calle, conocía todo, se las sabía todas, y es muy difícil que lo hayan atropellado por accidente, él se ha suicidado, para acompañarle a su Turi”, dicen sus nietos.

Publicado por:
Revista de ciencias sociales "AVATARES"
Nº 2 "Pensamiento intelectual surgido en Cochabamba"
Septiembre 2009

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